Nerea

Nerea

martes, 18 de septiembre de 2012

Buscando en el baúl de los recuerdos, lo que he encontrado :)

'' ¿Por qué nada un nadador? ¿Qué mecanismo estalla en el cerebro de un chaval de veinte años para dedicar seis horas de cada uno de sus días a saltar al agua y nadar, hacia allí, hacía aquí, hacia allí, hacia aquí? ¿Qué impulso estimula el madrugón? ¿Dónde se encuentra el ánimo para continuar con las series cuando el ácido láctico satura los brazos y convierte las piernas en dos troncazos inermes que buscan el fondo?

Un amigo se confesó perplejo por el inútil esfuerzo del nadador. Puestos a machacarse el físico con premeditación y repetición alevosa, reflexionó el amigo, lo inteligente sería prepararse para ser un Zidane; al menos con el fútbol, cada patada vale un millón. Y del palizón de la competición te recuperas con retiros intermitentes en las Maldivas. Pero un nadador... ¿Por qué nada un nadador? ¿Qué encuentran en la paz líquida de la piscina esos miles que compiten y que nunca verán su nombre en el periódico, que jamás se colgarán un oro olímpico, los miles que encaran la pileta cada día, de allí para aquí, de allí hacia aquí, de aquí hacia allí... Los miles cuya meta es liderar un modesto campeonato provincial o simplemente nadar los 800 en un instante menos que el mes anterior? Ni siquiera cuenta, el nadador, con el estímulo arrollador del equipo. ¿Cuántas horas de su vida ha consumido Phelps aislado del mundo por una muralla de agua en la que solo se oyen las burbujas del aire que se expulsa por la boca y solo se ve la línea infinita del fondo y un mundo borroso que se intuye al respirar y que se antoja lejano e irreal?

¿Por qué narices nada un nadador? ¿Por qué lo que impulsa a sumergirse cada día, lo que estimula la primera brazada, lo que explica la segunda, lo que justifica la siguiente, lo que anima la próxima es tan parecido a... Vivir? ''

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